Cuando en agricultura se utiliza la palabra lixiviación, directamente y según el punto de vista de quien lo mire, la relacionamos con contaminación, pérdida de dinero o ineficiencia del sistema de fertirrigación.

Mire por donde se mire, no es beneficioso.

El principal lixiviado en la agricultura es el ion nitrato (NO3). Los motivos de su facilidad para ser lavado son diversos; al poseer carga negativa no queda retenido en el complejo de cambio del suelo, se aporta en exceso y la raíz no es capaz de absorberlo en su totalidad, los suelos pobres en materia orgánica y arenosos no son capaces de retenerlo, las duraciones de riego en muchos casos son excesivas y un largo etcétera.

Hemos avanzado en conocimientos y concienciación medioambiental, pero seguimos siendo reticentes por desconocimiento, inexperiencia o desconfianza, a instalar herramientas que nos ayuden a comprender cómo y porque se lixivian agua y determinados nutrientes en el suelo.

Ilustración 1: Hay multitud de parámetros a considerar

Por el momento, tener un monitoreo en continuo de la lixiviación de nutrientes a lo largo de todo el perfil del suelo, de una forma similar a la que ya existe como la humedad del suelo no es posible, pero llegará.

Mientras tanto, sí que podemos aprender a gestionar nuestro riego monitorizando en continuo su evolución a través del contenido de humedad a diferentes profundidades.

Si evitamos la pérdida de agua manteniendo el potencial de nuestro cultivo o incluso mejorándolo, estrechamente mejoraremos la eficiencia de absorción de los nutrientes aportados en el riego evitando así la lixiviación de los mismos.

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